De lejos, eran dos nenes más jugando junto a un contenedor, rodeados de basura, en Gruta de Lourdes.
De cerca, me di cuenta que el suelo no estaba cubierto de basura sino de papeles.
Uno me reconoció y me hizo señas. Siete años debe tener; siempre me ofrece para cuidarme el auto y siempre le contesto que no, gracias.
_Amigo, ¿tiene papeles?
Le mostré las tres hojas A4 que llevaba en mi carpeta e inmediatamente me puse a pensar en el precio de la tonelada de papel reciclado y me avergonzó lo insignificante de los pocos gramos de mis hojitas.
El chiquilín cazó enseguida la confusión en mi cara, sonrió y me mostró una pelota de fútbol marrón.
_Está pinchada. Mire acá, ¿ve este agujerito? Por ahí la vamos rellenando de papeles. Vamos por la mitad recién pero en un rato queda. No rebota tanto pero se juega lo más bien.
De lejos, el mundo parece desinflarse por mil pinchaduras.
De cerca, hay dos gurises que insisten en buscarle la vuelta para poder jugar.